En mucho las personas no abandonan la iglesia, sino el liderazgo defectuoso que la dirige. El Se or puede llenar un edificio en dos d as, pero un liderazgo mediocre lo dejar vac o en un d a.
Los l deres d biles manipulan, mas los fuertes persuaden. No espere ver las manos de ayuda extendidas mientras aprieta el coraz n de las personas.
Tener el favor de Dios sobre usted no cambia las circunstancias ni a las personas dif ciles que le rodean, pero s las hace trabajar a su favor.
Aplauda la excelencia en otros, promueva l deres en potencia . Y no olvide que la envidia es la manera como la mediocridad admira la excelencia.