La oscuridad literaria, que tuvo su mayor eclosión y auge durante el Romanticismo y las diferentes escuelas que lo sucedieron, no fue algo que surgió espontáneamente de la nada, sino que experimentó un lento nacimiento y desarrollo que puede rastrearse, como mínimo, hasta los albores de la Baja Edad Media. La
disperata italiana, el neopetrarquismo francés, los
graveyard poets y el medievalismo británico son apenas algunos de los géneros poéticos que fueron dejando su huella en la literatura oscura, luctuosa y de horror que floreció durante el siglo romántico y que llega hasta nuestros días. Este volumen se asoma a esos antiguos movimientos para, desenterrando numerosos poetas olvidados a través de una singularísima selección de 32 autores y 62 poemas, iluminar el presente a partir de las tinieblas del pasado.
El recorrido de la obra se inicia en la Edad Media, con algunos de los sonetos más desolados de Francesco Petrarca, y sigue con el desgarrado género de la disperata italiana de la mano de los poetas Antonio Beccari da Ferrara, Simone Serdini, Antonio Cammelli, Antonio Tebaldeo y Pietro Aretino, más algunos sonetos de Benedetto Gareth e Isabella di Morra. Pasando al período renacentista, nos adentramos en el neopetrarquismo francés (a menudo fuertemente surcado también por la tradición de la disperata) de Joachim du Bellay, Pierre de Ronsard, Olivier de Magny, Philippe Desportes, Siméon-Guillaume de La Roque, Flaminio de Birague, Théodore Agrippa d'Aubigné, François Béroalde de Verville, Estienne Durand, Théophile de Viau, Marc-Antoine Girard de Saint-Amant (autor de la célebre La soledad) y François Tristan l'Hermite, además del inglés Samuel Daniel. Ya en las postrimerías del Renacimiento surge el colosal John Milton, quien además de su inmortal El paraíso perdido, en el que descuella la casi prerromántica figura de Satán, aporta los influyentes poemas gemelos L'Allegro e Il Penseroso, y, entrado el siglo XVIII, cobra especial relevancia en suelo británico la poesía de cementerio de Thomas Parnell (Nocturno sobre la muerte), Edward Young (Pensamientos nocturnos), Robert Blair (La Tumba) y Thomas Gray (Elegía escrita en un cementerio rural), a los que sucede una pléyade de poetas de la melancolía, entre los que se cuentan los hermanos Joseph y Thomas Warton. No tarda en seguir a ello el auge del medievalismo, que da origen al Ossian de James Macpherson y al Rowley de Thomas Chatterton, y, ya en las márgenes del naciente Romanticismo, aún hay lugar para figuras en las que confluye gran parte de todo lo precedente, como en los casos de Charlotte Smith y Gavin Turnbull, que cierran esta primera etapa de un viaje que puede continuarse en nuestro volumen de Poesía oscura romántica.